miércoles, 6 de junio de 2012

El viejo amigo Philip Roth gana el Premio Príncipe de Asturias


Cuando le dan un premio a alguien a quien hemos tenido el placer de disfrutar es casi como si nos lo dieran a nosotros mismos. Nos pasa cuando le dan un montón de Oscars a una película que hemos visto, o se hace famoso un grupo de música que llevamos escuchando años... Y cuando le dan un premio a un escritor que hemos leído. Por eso hoy quiero acordarme especialmente de Philip Roth, Premio Príncipe de Asturias 2012 de las letras.
Conocía la obra de roth desde hacía años, pero fue el año pasado y éste mismo cuando he tenido la oportunidad de releerlo con un par de libros que me han fascinado. Especialmente La Conjura Contra América, en la que Roth hace una novela de historia alternativa situando a Lindbergh en la presidencia del gobierno de EE.UU. tras ganar las elecciones a Franklin Delano Roosvelt. En esta historia, el "nuevo" presidente pacta con Hitler y las políticas anti semitas llegan a América de una manera muy parecida a su llegada a Europa.
Roth es judio y creció en Nueva Jersey. Quizás a los lectores de este blog eso no le diga demasiado pero debo garantizar que en América con dar esos dos datos ya habríamos dicho mucho. Se trata de una comunidad muy asentada en ese territorio que vive desde hace mucho tiempo allí y cuyas tradiciones siguen fuertemente arraigadas entre sus habitantes.
Sin embargo, para Roth eso no ha sido un obstáculo para saber contar historias maravillosas sino más bien todo lo contrario. De lo más local, va a lo universal, y en eso quizás tengamos mucho en común (salvando las distancias siderales entre su maestría y mis labores profesionales con la prensa de proximidad). puede que sea eso lo que me atrae de un autor que, a pesar de su edad (nació en 1933) se mantiene perfectamente activo. Philip Roth nos cuenta historias particulares, de una casa, una calle o un barrio, que son a su vez historias universales, que hablan de conceptos válidos a cada casa, a cada persona, a cada ser humano.
Dicen de Roth que es uno de los escritores vivos más importantes del mundo y que es un elemento tangible de una literatura pasada, de unos libros de pleno siglo XX. Si yo fuera él no sabría cómo tomarme esas afirmaciones, si como una especie en extinción a la que hay que cuidar y colocar en un zoo, o como una figura de prestigio de la que tenemos la suerte de disfrutar.
Por eso me alegra que los Premios Principe de Asturias se hayan acordado de él. Porque su mi premio es un poco de todos sus lectores, porque estamos todos vivos.  

Escuchando Win Mertens, Maximizing the audience

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