martes, 12 de agosto de 2008

Viaje a Cabo de Gata por etapas.


Salgo con el intenso calor de Sevilla. No sé si llegaré ni a qué hora.
Parada en Alcalá de Guadaíra a echar gasolina. Lo que era una cuesta es ahora un centro comercial en el que el combustible es más barato... bueno, menos caro.. Lleno el depósito.
Voy un pelín tarde. Las recomendaciones de Pere Navarro y los radares surten efecto y apenas paso de 120. Aún así decido parar en Estepa a honrar a los antepasados. Antiguamente, cuando alguien marchaba a algún lugar lejano debía despedirse de los suyos. Llego justo antes de que me cierren el cementerio y me da tiempo de hablar con mi abuelo. Le pido cosas.
Al salir de la provincia no puedo dejar de pensar que ahí se acaba el imperio Andalumedia.
Paso por Mollina y grito Molllllliiiiiiiiina.
La Peña de los Enamorados me saluda. No, hoy no voy a Málaga, así que la dejo a la derecha y sigo camino de Archidona.
Tengo hambre pero no pararé hasta Río Frío. La tradición es la tradición y no hay viaje a Almería sin trucha a la genovesa en este pueblo granadino. En Andalucía también hay truchas.
Al llegar a Santa Fe miro a la derecha buscando la casa de mi amigo kike, que sigue en Guatemala trabajando para la FAO; que gran profesional nos estamos perdiendo en España.. Dicen que viene en Navidad. Ojalá, tengo tantas ganas de verle. Kike cumplió 35 años hace poco y para celebrarlo aseguró que iba a estar de fiesta 35 horas y para demostrarlo hizo un blog al efecto. En la página instaló una webcam para que pudiéramos verle durante ese día y medio. La web también tenía una encuesta para que pudiéramos votar, un foro... Kike es un genio.
Por Atarfe busco una noria perenne. La noria. Una noria me persigue por la vida. Una vez me subí a una y todavía me arrepiento. Ahora que me subiría a otra no me dejan.
En Guadix giro a la derecha y el altiplano me deja ver un castillo rojo a lo lejos. En Andalucía también hay castillos.
Llego a la provincia de Almería. Paso por Fiñana, parece un Belén, tan coqueto, situado en la ladera de una montaña.
Al pasar por Calar Alto pienso en la Vuelta y viendo esa montaña pienso en el Angliru asturiano. Son las dos etapas más complicadas de la carrera y están a más de mil kilómetros de distancia. Como mis casas.
El desierto me da la bienvenida. Los poblados indios y los platós de cine western pueblan la carretera. Hace dos años hice un documental de vinos y terminé en una pelea ficticia en uno de ellos. Un forajido me repartió una manta de sopapos en el saloon. No quedó mal.
En Rioja veo que una de las casas de mis sueños está aún en pie. Está desmadejada, pero conserva el encanto que nos enamoró. En ella me veo con mi chica, con Martina, Diego y Max correteando por el jardín. Miro al otro lado y el asiento del copiloto vacío me devuelve a la realidad.
Autovía nueva, busco la salida de Cabo de Gata. El GPS me dice que por ahí no es, pero yo sé que sí. Éste es mi camino, aunque los Juegos del Mediterráneo cambiaran la fisonomía.
Cabo de Gata. Dejo San Miguel a la derecha. Ya iré mañana. Sigo camino de San José y paso por una parcela llena de atracciones de feria antiguas. Hay una que lleva en el mismo sitio más de diez años.
Llego a San José. Es la vida misma la que se abre a mis ojos. Agua, una bahía maravillosa entre montañas y miles de recuerdos. Si aquí no consigo escribir algo decente y descansar es que no sirvo para esto. He llegado.
El cabo, el cabo, el cabo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

what happened to the other one?

Unknown dijo...

me acuerdo de ese documental de vinos...
Que actorazo...reventao