jueves, 21 de agosto de 2008

Un accidente dentro del calculo de probabilidades


De mi estancia EE.UU. me traje una familia a la que adoro, dos amigos de los de verdad, una lengua que enseñaré a mi hija, una cultura, un sin fin de anécdotas y un carnet de piloto de aviones. Aunque parezca mentira, de todas esas cosas la última es la única que no he usado desde que no vivo allí. No he podido pilotar un avión desde entonces y hay veces que me entra el gusanillo, lo reconozco. Lo que si me ha dado esa experiencia a los mandos de pequeñas avionetas es la capacidad de ser un pasajero diferente cuando me monto en un avión comercial. Sé lo que está haciendo el piloto a cada momento y porqué.
Ya he dicho aquí cien veces que me paso el día viajando y que casi siempre es en avión. Por eso me ha afectado especialmente el accidente de Spanair de ayer en Barajas. No es que le vaya a coger miedo a volar, a estas alturas eso es casi imposible, es que soy de los que lo vería venir antes que los demás.
El avión es el medio de transporte más seguro. Más de 150 muertos en un accidente son una barbaridad, pero eso es lo que se muere en la carretera en tres o cuatro fines de semana. La sangría de muerte no está en el aire, está en las carreteras secundarias y en los trayectos cortos.
Cuando digo que aprendí a pilotar aviones siempre me preguntan que era lo más difícil y siempre respondo que aterrizar. Para mi era un suplicio y reconozco infinidad de accidentes en el simulador intentando dejar mi avioneta virtual en tierra sana y salva. Sin embargo, cuando aprendes un poco de esto, te das cuenta de que la mayoría de los accidentes se producen al despegar o en los primeros 5 minutos de vuelo, cuando aún estás ganando altura, luego, todo es coser y cantar. Si algo va mal, da la cara rápido. Ese montón de chatarra no se espera a que estés a ocho mil metros.
No conozco los motivos del accidente. Sean los que sean no hay que generalizar. Ni los pilotos son unos mantas, ni los aviones son un desastre, ni los aeropuertos están mal. habrá que depurar responsabilidades, estar con las familias e intentar que no vuelva a ocurrir, pero con el aumento del tráfico aéreo me atrevo a decir que casi que es normal que alguna vez, cada cierto tiempo, tengamos un accidente en el aire. Es lo que tiene eso que se llama el cálculo de probabilidades.
Para los asustadizos ya saben, si quieren rezar, háganlo en los despegues, que es cuando toca. Los aterrizajes son siempre más seguros... a menos que pilote yo, claro. Pero eso no va a pasar.

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